TIEMPO DE OPINAR.

El Nuevo Laredo que se fue.

-En los ochentas y noventas llegaban miles de visitantes.

-Los bares abrían 24 horas y eran seguros.

-Es parte de un pasado que no regresará.

Tiempo de opinar.

Raúl Hernández Moreno.

20-diciembre-2024.

En la década de los ochentas y noventas del siglo pasado, los fines de semana, miles de visitantes llegaban a Nuevo Laredo, para recorrer tiendas de artesanías, restaurantes, bares, centros nocturnos y la zona de tolerancia.

Tanto en el primer cuadro de la ciudad, como en la zona de tolerancia, había negocios que estaban abiertos las 24 horas del día y no era raro que en las madrugadas estuvieran llenos, a reventar.

Muchos de estos visitantes, eran residentes texanos, incluyendo jóvenes que aprovechaban que en Texas la mayoría de edad se alcanza a los 21 años y en México a los 18, con el agregado de que, si se seguían siendo menores de edad, no tenían dificultades para entrar a los negocios, con la advertencia de que al primer escándalo los sacarían y ya no se les permitiría entrar.

Muchos de los visitantes llegaban desde el sábado, a temprana hora. Se hospedaban en hoteles de Nuevo Laredo y Laredo, Texas. En el día aprovechaban para comer carne asada, para visitar alguna de las decenas de tiendas de artesanías, en las que se podían adquirir artesanías de todo México; iban a las joyerías, a comprar plata u oro; y había quienes aprovechaban para consultar a algún doctor.

El centro de la ciudad, en plena madrugada, era un ir y venir de gente, de todas las edades, adultos, jóvenes, mujeres solas. Parecía una escena de día, pero sin menores de edad.

Nunca había pleitos, más que de amigos. La policía, y había un montón de corporaciones, desde la policía municipal, la secreta, la rural, la judicial del estado, la judicial federal, la DFS, el Resguardo Aduanal, Migración, entre otras, no se metían con los alegres bebedores.

Y a pesar de que la venta de alcohol no tenía límites, que se vendía las 24 horas, visitar esa clase de negocios, era completamente seguro. Hasta las mujeres solas se sentían seguras, pues a lo más que podía exponerse es a que algún calenturiento las llamara mamasitas y les dijera que estaban bien buenas, pero hasta ahí: nadie llegaba a más.

A muchos de estos visitantes les gustaba ir a bailar a los bares, donde muchos de ellos ofrecían música en vivo y estaban abiertos toda la madrugada.

Por supuesto, la venta de drogas se daba, pero con mucha discreción. Y la compraba y consumía el que quería, como sucede hoy.

Todo este pasado de Nuevo Laredo ha quedado enterrado en la historia. Ya no volveremos a tener los miles de visitantes que llegaban los fines de semana y dejaban una derrama económica entre miles de familias que trabajaban en restaurantes, taxis, calandrias, bares, centros nocturnos, etc.

Las formas de divertirse también han cambiado. En esa época los centros nocturnos con variedad en vivo, que incluían algún mago, bailarinas, algún cantante o un cómico, eran todo un éxito. Hoy, eso ya no funciona.

Esa época es parte de la historia. Nuevo Laredo ha evolucionado y a cada quien corresponde decidir si fue para bien o es un retroceso.

Hoy los horarios de venta de bebidas alcohólicas se han ido reduciendo y es probable que los bebedores alegres de la actualidad, no quieran estar de fiesta 15 o 20 horas, como antaño y ni siquiera estén dispuestos a andar de antro en antro hasta que amanece. Para empezar la seguridad es muy frágil. Hoy pocos se sienten seguros andando en las calles, en plena madrugada.

2024-12-20

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