Juzgados por chismosos

Por: Manuel Madrid

Jefe Juanjo:

Cuando cursábamos la secundaria, la temporada para elegir a nuestro presidente de grupo era de mucho trabajo.Mi amigo Mario Gordillo se candidateó para presidirnos y en menos de dos meses armó dos kermeses, tres bailes en la casa de juntas del ejido, y cuatro ventas de platillos, reuniendo así una buena lana con la que compró un pizarrón nuevo para el salón de clases, 20 sillas plegables, un escritorio para la dirección y cinco balones de voleibol, basquetbol y futbol para la clase de física.Todos estábamos contentos porque se ganó a pulso la representación del grupo y la simpatía de casi toda la escuela, de los maestros y hasta el director.El problema fue cuando otro compañero, Ernesto Molina, muerto de envidia, armó un grupito aparte y comenzó a hablar mal de Mario. Lo tachó de bueno para nada, que no trabajaba para ayudar a sus papás, que compraba a los maestros para pasar los exámenes y que se juntaba con pandilleros.Eso a mí me molestó sobremanera porque yo veía trabajar a Mario, y hasta le ayudé en algunas actividades. Noté cómo se ocupaba en buscar patrocinios para sus eventos y sus tareas de clase las terminaba entrada la noche.Una de esas tardes regresé a casa muy molesto por la calumnia contra mi amigo Mario y llegué a la casa aventando mi bolsa de útiles escolares en la butaca de madera, muy apenas saludé a mis papás y me fui a acostar a una hamaca que teníamos debajo del árbol de mango.Mi tío Miguel notó mi enfado y me siguió para preguntarme qué me pasaba. Le conté cómo Ernesto quería manchar el buen nombre de mi amigo Mario.Con una sonrisa, mi tío puso su mano en mi hombro y con esa voz calmada que lo caracterizaba, me dijo: “No te preocupes, hijo, los habladores caen solos; la historia los va a juzgar por chismosos”.Algo parecido a mi amigo Mario le está pasando a Luis Eduardo Martínez López, uno de los líderes más respetados y sólidos en la ciudad, porque durante décadas ha velado por el bienestar y la armonía de los trabajadores adheridos al Sindicato de Maquiladoras.En varias ocasiones hemos tratado de entrevistarlo en su oficina pero siempre anda trabajando en reuniones, ya sea con sus delegados o con los gerentes de las empresas, procurando la manera de mejorar las condiciones de vida de sus agremiados o al menos vigilando que se respeten sus derechos.El trabajo de Luis Eduardo ha levantado la envidia de políticos que desde siempre han buscado colgarse de su prestigio y quieren desestabilizar a la clase trabajadora.¿Con qué intención?La respuesta es muy fácil: En unos meses se viene la elección del nuevo gobernador y desde presidencia municipal se empieza a armar la estrategia para impulsar al candidato de la alcaldesa.Esta, ni tarde ni perezosa, sabe que su candidato guindo va a necesitar votos y estos están en las maquiladoras, por lo que se ha valido del Sindicato Nacional de Infraestructura para tratar de dividir a los trabajadores y conseguir su voto.La intentona no les ha redituado dividendos, porque los obreros, conscientes de la maquiavélica estrategia, han cerrado filas en torno a Luis Eduardo, porque lo han visto trabajar y gestionarles mayores beneficios.Con argumentos infantiloides acusan a Luis Eduardo de que amenaza a los trabajadores pero hasta el momento no se ha escuchado ningún audio o video en donde los trabajadores hacen su denuncia.Presumen que diariamente reciben muchas denuncias de este tipo, pero quienes visitan las instalaciones del SNI, saben bien que ahí ya no se para ni una mosca. Va en decadencia, pues.Hasta donde sabemos, en dos años este malogrado sindicato no ha formado ni un solo comité en maquiladoras, porque malinforma a los trabajadores, les ofrece el cielo y las estrechas, y cuando acuden por un apoyo, los ignoran.En tanto, a Luis Eduardo le ha ido muy bien con el proceso de legitimación de los contratos colectivos de trabajo, porque las elecciones se realizan abiertamente, en presencia de todos los trabajadores y es mínimo el número de empleados que se abstienen de votar, menos del 10%.El trabajo de Luis Eduardo en el Sindicato de Maquiladoras, pues, es evidente y, sí, también envidiable: Hasta el momento mantiene afiliados a 25 mil trabajadores de 26 empresas diferentes. Hay entre 5 o 6 empresas que no cuentan con comités sindicales, pero son pequeñas.

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