En el PAN suenan lo de siempre

-Lo que no es novedad

-Morena dice que solo se basta para ganar en el 2024

-Y las encuestas lo avalan

-Recuerdan a Mauricio González de la Garza

Tiempo de  opinar

Raúl Hernández Moreno

Por si le interesa, entre los panistas circula una lista de sus presuntos candidatos a los principales cargos de elección en el 2024.

Para presidenta municipal, Yahleel Abdala; diputada federal plurinominal, Imelda Sanmiguel Sánchez: diputado federal de mayoría, Raúl Cárdenas Thamoe; diputados locales, Blanca Isela Pérez (esposa del Moyo García), Laura Zarate y Carlos Bulás Villarreal; primer regidor, Agustín Chapa Torres y  tercer  regidor, El Moyo García.

No hay  ningún rostro nuevo, todos ya  han ocupado cargos de elección  y la mayoría han pasado sin pena ni gloria. Han sido aviadores de lujo.

Los mismos panistas coinciden que de  lanzarse a estos candidatos seria con la consigna de perder, pero negociando esas derrotas.

El PAN tiene que esforzarse en ciudadanizarse, pero   decirlo es fácil, el problema es cómo  hacerlo.

Recientemente, el PÄN se reunió con  destacados empresarios, esos que valen decenas de millones de dólares, para convencerlos de enarbolar la  bandera opositora, pero nadie quiso entrarle, lo que evidencia que la marca PAN esta desgastada. Ya no se le identifica como partido democrático, como lo fue hace  varios ayeres.

Por cierto que el presidente del Consejo Político Estatal de Morena, Rómulo Pérez Sánchez,  no  descartó que en la elección del próximo año el partido participe solo en las elecciones  de alcaldes y diputados.

La alianza con el Verde y el PT seria para la presidencia de la república, senadores y diputados    federales.

Dice Rómulo que Morena  está lo suficientemente   fuerte para  ganar, sin necesidad de otros partidos. Y es verdad, así lo dicen las encuestas. En Nuevo Laredo, Morena  trae una preferencia electoral del 68 por ciento, sin sumar al Verde y al PT. Y este porcentaje se  ve en muchos otros  estados del país.  Morena sigue siendo la principal marca partidista.

Además, al ir solos, no  habría necesidad de regalar diputaciones  federales como sucedió en el 2021 aquí en Nuevo Laredo que se la dieron al Verde y su candidata no  hizo  campaña y ahora se cree la mamá de los pollitos.

En el 2021, Morena  también le  regaló dos  regidurías al PT. Uno de ellos  falleció  y su sustituto, y el otro regidor, son universalmente desconocidos.

Pero lo de las alianzas  es una decisión que compete a las  dirigencias nacionales.  Si de México ordenan que Morena  vaya en alianza con el Verde y el PT,  en alcaldías y diputaciones, así será. Esta misma situación se da en el bloque opositor donde desde la capital del país  quieren que  Cabeza de Vaca y Eugenio Hernández se tomen de la mano y se muestren  cariñosos. Bien dicen que la política es el arte de tragar sapos y no hacer  gestos.

En otro tema, el   gobierno municipal organizó una velada por el centenario del natalicio de Mauricio González de la Garza, quien en la década de los ochentas  del siglo pasado sobresalía en el periodismo nacional.

Su columna se publicaba en el Excélsior de Regino Díaz Redondo. En la portada, en la parte baja, aparecían las columnas de Manuel Buendía y la de José Luis Mejía, aquel reportero a  quien  Gustavo Díaz Ordaz le regaló una gasolinera, para que no tuviera compromisos con nadie, a la  hora de escribir.

En interiores, se publicaban las columnas de Mauricio González, al lado de las de Margarita Michelena y Manú Dorbierer.  Eran cinco columnas demoledoras.

En el sexenio de Miguel de la Madrid, González de la Garza se auto-exilió en Falfurrias, Texas, con el argumento de que era acosado por el  gobierno. Al siguiente sexenio pasó alguna temporada en Nuevo Laredo y con frecuencia se le veía en la redacción del periódico El Mañana, visitando a su amiga, la señora Ninfa Deándar.

Por esos días,  también visitaba el matutino don Luis G. Ulloqui,  heredero de Evita Perón, que le dejó ocho mil dólares.

No  recuerdo si algún día ambos se encontraron, aunque años más tarde sí supe que ambos escribieron sobre un mismo tema, pero con ópticas distintas: ambos escribieron libros sobre el gobernador de Puebla, Maximino Ávila  Camacho, de 1937 a 1941.

Ulloqui lo hizo en 1942, cuando Maximino era el Secretario de Obras Públicas y se sentía el sucesor de su hermano Manuel. Fue un libro zalamero, en una época en la que Maximino surgió como el primer rock star de los medios de comunicación. Ulloqui  era  reportero del periódico El Norte.

Mauricio escribió en 1995 el libro de “Puebla los  fulgores”, por encargo del   gobernador de Puebla, Manuel Bartlett. En  el libro, Mauricio se lanzó duro contra Maximino  y hasta lo tacho de ser homosexual.

Algún  tiempo me interesó su libro el Río de la misericordia,  hasta que el colega Francisco Pucheta, me comentó que no  valía la pena, porque era la vida novelada de la  familia Longoria, pero solo los que los conocían podían entenderla. Algo similar me había ocurrido con Los Murciélagos de Genaro González  Gaucín.

Mauricio de la Garza era muy temperamental. En esos años riñó con el alcalde Arturo Cortés  Villada quien lo contentó con un jugoso y caro regalo.

En cambio, sus hermanos Homero y Rodolfo González eran todo lo contrario a su hermano, sobre todo el primero, que escribía artículos de opinión, sin grandes pretensiones. El segundo fue  jefe de la Oficina  Fiscal del Estado y cuando era entrevistado, le  gustaba más  hablar sobre   historia regional, que sobre la recaudación de impuestos estatales.

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