El ocaso de El Moyo

-Gómez Leal la tiene fácil

-Imelda sin talento ni simpatía

-El PAN sin dinero

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Raúl Hernández Moreno

En unos pocos meses, el diputado Félix El Moyo García pasó de la gloria al infierno. De tenerlo todo, paso a tenerlo poco. De ser el líder del Congreso y darse el lujo de citar a la fuerza pública para blindar ese recinto e impedir el acceso del pueblo, paso a ser un líder de papel.

De tener todo el respaldo de un  gobernador y apoyo económico ilimitado para comprar diputados, ahora debe tener cuidado de que en el Congreso no se compre a sobre precio ni un clip, porque corre el riesgo de que le abran un proceso judicial.

Si antes, El Moyo se sometió a Cabeza de Vaca a cambio, suponemos, de cantidades millonarias, y en dólares, hoy su capital político esta tan devaluado, que ya no es negociable. Ya no es sujeto de ninguna oferta, por más raquítica que sea.

El Moyo gozó de un liderazgo artificial, apuntalado en los costales de billetes que puso a su servicio el ex gobernador. Obtuvo apoyos no por sus dotes de  operador o negociador, porque en realidad no los tiene.

Lo suyo era ser entrón y halagador, cuando se tenía el respaldo del presupuesto estatal y de las instituciones, empezando por la Fiscalía de Justicia, la Fiscalía Anticorrupción, los Gopes. Ya sin estos, se acabó aquel diputado que sugería meter a Cabeza de Vaca en la lista de presidenciables del PAN  y que amenazaba con destituir al alcalde Carlos Peña y desaforar a la diputada Úrsula Salazar, que  justificaba el atropello al  ayuntamiento de Nuevo Laredo, al hacerle una auditoría con el uso de la  fuerza pública.

Hoy El Moyo pierde  todas las batallas en el Congreso y de nada le sirve pretender asustar a los diputados con el coco de Cabeza, éste ya  no asusta más que El Moyo.

Hacer todo al amparo del poder, no tiene chiste. Ya sin poder, sin dotes de liderazgo, El Moyo se convirtió en una caricatura que está en espera de ser destituido como titular de la junta de coordinación política. La otra opción, es permitirle que siga siendo el líder del Congreso, pero sin liderazgo, como sucede actualmente, lo que es una  humillación permanente.

En otra tema, con el destape de Ramón Gómez Leal como candidato a senador por Morena, la próxima elección el partido guinda la tendrá demasiado fácil, al tener como contrincante a Imelda Sanmiguel, mujer sin talento, antipática, que encima irá a una competencia sin dinero, salvo que quiera gastar de sus propios ahorros, lo que se ve muy difícil, pues se acostumbró a hacer campaña con recursos públicos y no precisamente proveniente de las prerrogativas oficiales.

El PAN ya no tiene a su disposición carretadas de dinero como para pagar operadores de 8 millones de pesos por dos meses de campaña, ni empresas de marketing por 10 millones de pesos. Ahora todo será más modesto, apelando a la promesa de que los que la apoyen serán recompensados si se gana. Pero para que  gane, está como la loto texana. Una entre 60 millones de oportunidades.

Imelda va al matadero político y no puede rehusarse. El partido la hizo regidora, diputada, dirigente, sin tener méritos partidistas ni simpatía y ahora está obligada a devolver la copa, por gratitud. Va al matadero,  ella lo sabe y no le queda más que apechugar.

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