-Este no debe permitir que AMLO se entrometa
-Clara Brugada va por la CdMx
-Se podrán nacionalizar vehículos con serie que inicia con letra
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Raúl Hernández Moreno
La UNAM eligió a Leonardo Lomelí como nuevo rector y el Presidente Andrés Manuel López Obrador se le lanzó a la yugular y dijo que no hay cambio en la Universidad, porque Lomelí es del grupo de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, los autonombrados inventores de la democracia en México, ex dueños de INE.
Y es cierto que Lomelí es amigo de ambos, así como del ahora ex rector Enrique Graue, pero eso no significa que la UNAM vaya a estar al servicio de los nefastos ex titulares del INE.
Una cosa es la amistad y otra la cátedra. La UNAM es una universidad de clase mundial. Entre sus catedráticos abundan doctores e investigadores, pero no hay que confundirse: muchos de ellos son maestros por vocación, no por la paga, que es muy baja, en comparación a universidades de países europeos o de Estados Unidos. Muchos de ellos no cobran, porque tienen la suerte de vivir de otros ingresos. Están por gusto, por vocación, por prestigio y porque al ser maestros se obligan a actualizarse.
Hace mal AMLO en querer controlar y dirigir la UNAM y haría mal el señor Lomelí en permitirlo. A AMLO le quedan 10 meses y medio en el poder. Hay que aguantar la andanada de descalificaciones que vendrán en esos 10 meses y medio. Después, AMLO se irá a La Chingada, su rancho en Tabasco y esperemos que la Sheinbaum lo obligue a quedarse ahí.
En 1968 el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra resistió las presiones del genocida presidente Gustavo Díaz Ordaz. Barros protestó cuando el ejército destruyó con un bazucazo la puerta de la Escuela Nacional Preparatoria 1 de San Idelfonso.
Además, el 1 de agosto, encabezó una marcha de protesta que reunió a miles de jóvenes por el acoso y presiones tanto del ejército como los granaderos del gobierno del entonces Distrito Federal.
Las presiones que hoy pueda recibir el nuevo rector de la UNAM, son nada con las que en 1968 ejerció Díaz Ordaz y sus temidas corporaciones policiales como la Dirección Federal de Seguridad, la Brigada Blanca y el mismo ejército, que entonces gozaba de total impunidad.
AMLO no es asesino, con todo y que los fifís lo acusen de dictador.
En otro tema, la Secretaria de Finanzas del Gobierno del Estado, Adriana Lozano dio a conocer que a partir de uno de diciembre ya se podrán nacionalizar los vehículos extranjeros cuya serie inicie con una letra.
Hasta ahora ésta clase de unidades no se podían nacionalizar, lo que representaba una decepción para sus propietarios porque al consultar con un asesor les decía que no podían regularizarse, pero sin ofrecer una explicación precisa.
En fin, lo importante es que y se podrán naclonalizar.
Por cierto, que Morena oficializó a Clara Brugada como su candidata a jefe de gobierno en la Ciudad de México, desplazando a Omar García Harfuch, que siempre punteó las encuestas.
El destape de Brugada es un golpe para Claudia Sheinbaum, porque Harfuch era su gallo y esto confirma que el Presidente Andrés Manuel López Obrador sigue manteniendo el poder y no quiere compartirlo con la futura presidenta, que tendrá que esperar hasta el 1 de octubre de 2024 para actuar como tal.
Pero no hay que hacer olas: Morena no se va a resquebrajar, ni se van pelear el Presidente y Claudia. Ambos saben que tienen que mantenerse unidos y que eso les conviene a los dos.
A Claudia se le cuecen las habas por tener poder, pero debe estar consciente de que AMLO es y seguirá siendo presidente, hasta el 30 de septiembre. Lo que ocurra después, es otra historia.
Y el presidente sabe que su poder termina el 30 de septiembre del 2024 y lo que ocurra después se sabrá hasta ese momento.
Desde la renuncia de Don Porfirio, en mayo de 1911, los presidentes salientes han fracasado en sus intentos de manejar a su sustituto. Plutarco lo hizo seis años y luego Cárdenas lo envió al exilio.
En 1919, Carranza quiso imponer a Ignacio Bonillas y Álvaro Obregón lo mandó matar; Obregón se reeligió en 1927, solo para que dos semanas después fuera asesinado por un fanático religioso, pero quedando la sospecha de que atrás había estado Calles.
En 1982, José López Portillo creyó que imponiendo al gris de Miguel de la Madrid lo podría manejar y éste metió a la cárcel a sus amigos Jorge Díaz Serrano y Arturo Durazo.
En 1994, Salinas consintió en dejar a Zedillo, para que luego éste encarcelara a su hermano Raúl; Fox quiso imponer en el 2006 a Creel y el borrachín de Calderón se interpuso en el camino.