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CIUDAD VICTORIA. – La muerte de candidatos a puestos electorales exhibe que las autoridades son figuras decorativas en diferentes puestos de gobierno.
Los gobernadores se resisten a aplicar la mano dura que prometieron a la violencia.
En Tamaulipas la violencia traspasó el respeto a la autoridad y ejercen el dominio los delincuentes, cuando observan al gobernador Américo Villarreal Anaya, un hombre con tibia decisión en la diversidad de temas que atañen a su investidura.
Han muerto 27 candidatos y ni el gobierno estatal o federal ha movido interés por brindar seguridad.
La seguridad que debe asignarse a los candidatos corresponde a las entidades donde el proceso electoral tendrá desarrollo.
La ejecución de la candidata a la alcaldía Gisela Gaytán, en Celaya, Guanajuato, donde sicarios en motocicleta la atacaron, sigue siendo un cuestionamiento por ser el estado más violento de México gobernado por el PAN.
Se estima que alguno o dos de los cuatro sicarios se marcharon lesionados, ya que la guardia de seguridad de Gaytan sacó su arma y disparó. En una de las motocicletas que huyeron había sangre.
Lo cierto es que no hay seguridad en ninguna entidad de México, donde queda establecido que gobierna la delincuencia.
Ningún partido político se ha quedado exento de la ola de asesinatos que se han registrado a la orden del día.