Oposición politiza los libros de texto
RAUL HERNANDEZ MORENO.
-Datos erróneos o subjetivos no adoctrinan
-Leer, es la clave para instruirse
-Los padres deben atender educación de sus hijos
Ahora que se debate el contenido de los libros de texto gratuito, conviene recordar que el 19 de octubre de 1833, el Presidente de México, Valentín Gómez Farías cerró la Real y Pontificia Universidad de México y la reemplazó por la Dirección General de Instrucción Pública para el Distrito Federal y Territorios Federales y con ello se abrieron escuelas atendidas por el gobierno y no por la iglesia.
Fue un golpe brutal para la iglesia católica, que era la que normaba la educación que se impartía y obviamente era una educación sectaria, totalitaria, contraria a la ciencia y a la libertad.
Eran tiempos en que no había tolerancia de credos. La iglesia católica era la religión de estado y decirse simpatizante de otros credos se castigaba.
El clero y el gobierno eran uno solo. Durante los tres siglos del virreinato, los virreyes estaban obligados a consultar al arzobispo y a los obispos, sobre sus planes de gobierno. Luego, de 1821 a 1860, la iglesia tuvo un enorme peso en la sociedad, al grado de alentar una guerra civil que duró tres años y dejó miles de muertos.
Cuando se expidió la primera constitución de los partidarios de la independencia, en 1814, el texto establecía que la única religión permitida era la católica y eso que las constituciones de Estados Unidos y Francia ya habían dado el paso para la libertad de credos religiosos
La Constitución de 1824 reiteró a la iglesia católica como religión de estado. La de 1857 ya no la declaraba religión de estado, pero tampoco la rechazaba. No fue sino hasta 1861 en que el gobierno juarista se decidió a decretar la libertad de credos religiosos.
México ha avanzado con grandes tropiezos en la consolidación de sus libertades. En el caso de la educación se ha avanzado bastante, no al ritmo que quisiéramos muchos, pero hay avances.
Hasta la primera mitad del siglo 19, para acceder a la educación de calidad, era necesario ingresar al seminario y después desertar, si no se tenía vocación.
Hasta la primera mitad del siglo 20, los libros de texto los tenían que comprar los padres y la educación era un privilegio.
No he leído, ni voy a leer los libros de texto que hoy son motivo de debate. Corresponderá a los maestros decidir la enseñanza que van a impartir a sus alumnos, más allá del contenido de los libros.
Por supuesto, los padres también pueden, y deberían, ayudar a fortalecer la educación de sus hijos. Nadie dice que a los niños se les quite la computadora o los videojuegos, pero también hay que darles herramientas para que se eduquen mejor. Hay muchas cosas que no van a aprender en las aulas sino en los libros y en la vida diaria.
La educación que se imparte en los niveles de primaria y secundaria, es y siempre será básica.
Que un alumno memorice que Benito Juárez nació el 21 de marzo de 1806, no significa que sea un experto en el tema. Para eso hay que leer decenas de libros, porque uno o dos párrafos que aparecen en los libros de texto son insuficientes para decirse conocedor del tema.
Y así ocurre con cualquier otro personaje y cualquier materia,
Siempre hemos pensado que a educación es un asunto tan complejo que no podemos dejarlo en manos del gobierno. Tienen que intervenir los padres, la familia.
Los libros de texto es un tema politizado. Los opositores critican para golpear al gobierno y pretenden hacer creer que dos o tres datos erróneos o subjetivos, van a adoctrinar a los niños. Patrañas. En mis tiempos más joven, leí los tres tomos de El Capital, algunos textos de Lenin, Mao, Trotsky y eso no me convirtió en comunista.
También leí la biblia de corrido, en unas tres semanas, y eso no me hizo creyente, pero si en un crítico abierto al debate.
En esta vida nunca se termina de aprender y entre más se lee y sabe de un tema, se da uno cuenta que aún le falta mucho por saber.
Hay que leer, leer y leer.