-Tiene setenta y siete años activo
-Cumple 97 años de vida, el 10 de febrero
Tiempo de opinar
Raúl Hernández Moreno
A sus casi 97 años de edad, y 77 ejerciendo el periodismo, siempre activo, don Juan Simón Pérez Ávila hoy por hoy es el decano del periodismo no solo en Nuevo Laredo, sino en todo el país.
Pocos ejemplos tenemos en nuestra historia nacional de periodistas longevos y activos. Uno de ellos fue el ultra derechista Salvador Borrego, que se mantuvo lucido y activo hasta los 102 años de edad.
Fue un radical ultraderechista, fanático admirador de Adolfo Hitler, a quien defendió en varios libros y denostó a los judíos, presentándolos como lo peor. Falleció en el 2018.
Escribió en 1951 un manual de periodismo –“Periodismo Trascendente- que sorprendentemente sigue estando vigente, aunque está enfocado al periodismo escrito.
Borrego fue director de la cadena de Los Soles, del coronel José García Valseca y cuando la empresa fue expropiada por el gobierno federal, escribió un libro en el que exploró la idea de que cuando Los Soles estaban en quiebra y el Presidente Luis Echeverría estaba empeñado en apoderarse de ella, el empresario regiomontano Eugenio Garza Sada estuvo dispuesto a pagar la deuda, pero días antes de concretarse la operación, guerrillero de la Liga 23 de Septiembre asesinaron al magnate, en un fallido intento de secuestro.
Lo extraño es que con varios meses de anticipación, la Dirección Federal de Seguridad estuvo enterada de que se planeaba el secuestro, pero no hizo nada para proteger a quien en ese momento se consideraba el empresario más rico del país, lo que se ha prestado para que haya quien defienda la teoría de que el crimen fue planeado desde el gobierno, para que Los Soles no fuera rescatada.
Garza Sada quería que Los Soles fueran un contrapeso contra el populismo de Luis Echeverría.
Otro periodista longevo fue el tabasqueño Alfonso Taracena, que falleció el 25 de diciembre de 1995, a seis días de que cumpliera 100 años de edad.
Don Alfonso se enfocó a la historia de México. Siempre fue un admirador de Francisco I. Madero, al grado de que negó que éste fuera espiritista, para lo cual Taracena argumentó haber hablado muchas veces con el filosofo José Vasconcelos y éste nunca trajo a colación el tema de espiritismo del coahuilense, razón por la que no creía que practicara ese ocio.
La realidad es que el propio Madero confesó en sus breves memorias que estando en Paris se convirtió en admirador de los libros de Alan Kardec y fue a comprar todos sus textos y no los leyó “los devore”, Cuando se comunicaba con los espíritus, don Francisco solía platicar con su hermanito Raúl, fallecido a los cuatro años y el niño Raúl le daba consejos de adulto.
Los libros de Taracena carecen de citas bibliográficas, pero son textos cuyas lecturas son obligadas para quienes queremos conocer sobre la revolución mexicana y sus protagonistas.
Hay muchos otros periodistas que estuvieron activos hasta el final de sus días, como Julio Scherer, Miguel Ángel Granados, Vicente Leñero, Eduardo del Río, Manuel Mejido, que llegaron al octavo piso.
Volviendo con don Juan, se mantiene activo en la radio con un comentario diario en la empresa Radiorama. En la prensa escrita publicó durante varias décadas su columna Non Plus Ultra, donde daba cátedra del idioma español, manejando un vocabulario muy extenso, que en lo personal nos recordaba a los libros del argentino Jorge Luis Borges con cuya lectura era obligado tener un diccionario a la mano, para consultar el significado de muchas de las palabras que utilizaba.
Don Juan es un ícono del periodismo y es un ejemplo de lo que es amar esta profesión.
Es un orgullo para Nuevo Laredo que se ha ganado el reconocimiento público.
Esperemos que duré muchos más y que siga activo en el periodismo, siendo un ejemplo para las nuevas generaciones.