De los cañonazos de 50 mil pesos a la actualidad
-El México de hoy igual al de hace 110 años
-Cambian los personajes; sigue la podredumbre
-No tenemos remedio
Raúl Hernández Moreno
Mucho antes de que a Álvaro Obregón se le atribuyera la frase de que “nadie aguanta un cañonazo de 50 mil pesos”, el embajador de Estados Unidos en México, Henry Lane Wilson, era conocido por recibir esa cantidad mensualmente de parte del presidente Porfirio Díaz. En ambos casos no hay pruebas documentales ni de que Obregón dijo esa frase ni de que Wilson recibía un soborno de este tamaño.
Lane Wilson fue nombrado embajador por el presidente William Taft el 21 de diciembre de 1909 y presentó sus credenciales diplomáticas al presidente Porfirio Díaz el 5 de marzo de 1910. Fue destituido por el presidente Woodrow Wilson el 17 de julio de 1913, cinco meses después de la caída de Madero, a la cual contribuyó y cuya muerte sugirió a Victoriano Huerta.
Al ocupar Madero la presidencia de la república, Wilson pensó que sería fácil manipular a aquel hombrecito bajo de estatura, del que en principio no tenía mala opinión como se aprecia en el informe que envió a Washington el 30 de noviembre de 1911, 24 días después de la toma de posesión del nuevo presidente: “Mis observaciones hasta el momento actual, me hacen pensar que el señor Madero es un hombre honrado y patriota con una situación en sus manos de lo más difícil y desconcertante, debido a la dificultad en la reconciliación de su propio credo político y el programa de la revolución, con la situación reinante y las duras necesidades del momento”.
Pronto se dio cuenta que no podía manipularlo. Adicionalmente, Wilson, a través de su esposa, le habría solicitado a Sara Pérez “que el gobierno de México auxiliara al embajador con algún negocio que le produjera unos cincuenta mil pesos, pues el sueldo de representante de la Casa Blanca no bastaba para mantener la dignidad de tan alto cargo”.
El general Eugenio Aguirre Benavides cuenta que recién iniciado el gobierno de Madero, Lane Wilson recurrió al licenciado Rafael Hernández, Secretario de Gobernación y primo hermano del presidente, para plantearle a este que le asignará un subsidio mensual, que eso se hacía con en el gobierno del general Díaz, ya que su sueldo no le alcanzaba para cubrir sus gastos. Madero se negó a pagar el chantaje, pese a la insistencia del Ministro de Gobernación de que esto podía provocar el disgusto del embajador norteamericano. Esta negativa fue la que despertó el enojo del beodo diplomático. Lane Wilson fue el más poderoso aliado de la reacción; sin él ni triunfa el cuartelazo ni Madero muere.
Hoy los cañonazos y los sobornos ya no son de 50 mil pesos, sino de muchísimo más y por eso personajes como Alejandro Moreno tienen más de 750 millones de pesos en una casa y una isla o Francisco García Cabeza de Vaca se le atribuye una fortuna de más de 950 millones.
El México de hoy sigue siendo tan parecido al de hace más de 110 años. Cambian los personajes, pero sigue la misma podredumbre. AMLO no solo no cumplió con su promesa de combatir a la corrupción, sino que la hizo crecer y permitió que sus hijos se favorecieran. El dice que no es verdad, pero en su sexenio ha dicho cientos de miles de mentiras que aunque hoy nos hable con la verdad, no le creemos. Cuando termine su sexenio -porque todo tiene un principio y un fin- veremos si su sucesora lo canoniza o deja que se someta al juicio de la historia, ese que es implacable y no perdona a nadie, ni siquiera a Luis Echeverría que soñó en convertirse en líder del Tercer Mundo y terminó con la imagen de genocida enloquecido por la pérdida del poder.
Otro que soñó con alcanzar la gloria y lo enviaron al infierno fue Carlos Salinas de Gortari. En su tiempo se convirtió en señor de horca y cuchillo y con su aval fueron asesinados cientos de adversarios. Para su disgusto, su sucesor le dio una patada en el trasero y se tuvo que refugiar en Irlanda.